Antes de avanzar con nuestro viaje por el pensamiento oriental y una vez introducidos los conceptos generales, resulta conveniente establecer algunas diferencias (a grandes rasgos) entre el pensamiento de occidente y de oriente. Es evidente que esta breve aproximación no será otra cosa que una profunda generalización, puesto que de tomar en cuenta todos los matices nos perderíamos en ramificaciones y debates que desfocalizaría nuestra atención del camino principal.
Para una ampliación del punto aquí tratado, una buena elección sería remitirse a las obras del metafísico francés René Guénon, que insistió mucho en este aspecto y pienso que de manera acertada (una de sus obras principales, del año 1924 se titula "Oriente y Occidente").
Si observamos la tradición, en primer lugar encontramos un carácter internista en occidente respecto a su filosofía de la mente. Esto es, la mente se estudia "de la piel para adentro", concibiéndola como una estructura cerrada. En oriente podríamos hablar de un rotundo externismo en sus reflexiones, ya que la mente se contempla extendida en todo el universo. Todo es la mente (pero se preguntan cómo interacciona mente y realidad).
Asimismo, en occidente generalmente compartimos un acentuado interés por los hechos. En el pensamiento oriental interesan más los procesos, y esto se refleja en el lenguaje. Los lenguajes occidentales son sintácticos; los orientales, semánticos (encontramos pues en éstos, una difícil construcción del verbo ser metafísico).
En occidente, el pensamiento es estático en el sentido que necesitamos "parar el tiempo" para estudiar algo. Contrariamente, en oriente es absolutamente dinámico: le interesa cómo se desarrollan las cosas a lo largo del tiempo.
También podemos observar que occidente es eminentemente conceptual; nos gusta clasificar, estructurar... Oriente es en este sentido, experimental. No se preocupan tanto de clarificar conceptos cuanto de conseguir experiencias.
Por otro lado, occidente es estructuralmente teórico y nos llama a lo teórico. Todas las tradiciones orientales buscan la aplicación práctica. La meta final es la liberación y la teoría es sólo un camino para alcanzar aquella.
En occidente, la pieza fundamental del pensamiento moderno es la "consciencia". Y lo mental inmediatamente lo asociamos a ésta. Sin embargo, en oriente lo mental es mucho más amplio. No es sólo lo consciente; lo automático también es mental. Podríamos afirmar que en el pensamiento oriental todo lo biológico también es mental y de esta forma, existe una sólida conexión entre la mente y el cuerpo.
El concepto de responsabilidad en occidente es estructural y está conectado al libre albedrío. La responsabilidad es aquello que genera la angustia, algo que no podemos negar, hasta el punto que una de las principales corrientes del pensamiento occidental contemporáneo -el existencialismo- la toma como pieza estructural del ser humano. Oriente dista mucho de seguir este camino; en sus reflexiones rige la espontaneidad. Esto es así porque la mayoría de cosas las hacemos de forma espontánea y porque en definitiva, lo que persigue oriente incesantemente como objetivo final es hacerlo todo de forma espontánea (esto es, el nirvana). No tener que pensar nada. No pasar por un proceso mental.
Por último, la tradición occidental mantiene, en todas sus líneas de especulación, una estructura dual. Su dualismo es (o se da) de tres formas diferentes:
- En la percepción; un yo que percibe y un objeto percibido
- De la acción; un yo, una acción a realizar y un objeto de la acción (que la recibe)
- Esencial; un yo y un pensamiento
El pensamiento oriental no es dual o podríamos decir que es no-dual (lo cual no es lo mismo):
-La percepción se da en un acto único. El yo y el objeto son dos caras de la misma moneda.
-En la acción, el yo y el objeto se encuentran en el mismo proceso.
-De manera esencial, no existe el yo como lo creemos. (Nótese que en este sentido, el budismo que es quien de forma más rotunda planteó esto, anticipa muchos siglos antes al británico David Hume).
Por lo tanto, toda la crítica anterior ni siquiera se podría formular porque el pensamiento oriental no maneja los elementos de "yo"y "objeto".
Para una ampliación del punto aquí tratado, una buena elección sería remitirse a las obras del metafísico francés René Guénon, que insistió mucho en este aspecto y pienso que de manera acertada (una de sus obras principales, del año 1924 se titula "Oriente y Occidente").
Si observamos la tradición, en primer lugar encontramos un carácter internista en occidente respecto a su filosofía de la mente. Esto es, la mente se estudia "de la piel para adentro", concibiéndola como una estructura cerrada. En oriente podríamos hablar de un rotundo externismo en sus reflexiones, ya que la mente se contempla extendida en todo el universo. Todo es la mente (pero se preguntan cómo interacciona mente y realidad).
Asimismo, en occidente generalmente compartimos un acentuado interés por los hechos. En el pensamiento oriental interesan más los procesos, y esto se refleja en el lenguaje. Los lenguajes occidentales son sintácticos; los orientales, semánticos (encontramos pues en éstos, una difícil construcción del verbo ser metafísico).
En occidente, el pensamiento es estático en el sentido que necesitamos "parar el tiempo" para estudiar algo. Contrariamente, en oriente es absolutamente dinámico: le interesa cómo se desarrollan las cosas a lo largo del tiempo.
También podemos observar que occidente es eminentemente conceptual; nos gusta clasificar, estructurar... Oriente es en este sentido, experimental. No se preocupan tanto de clarificar conceptos cuanto de conseguir experiencias.
Por otro lado, occidente es estructuralmente teórico y nos llama a lo teórico. Todas las tradiciones orientales buscan la aplicación práctica. La meta final es la liberación y la teoría es sólo un camino para alcanzar aquella.
En occidente, la pieza fundamental del pensamiento moderno es la "consciencia". Y lo mental inmediatamente lo asociamos a ésta. Sin embargo, en oriente lo mental es mucho más amplio. No es sólo lo consciente; lo automático también es mental. Podríamos afirmar que en el pensamiento oriental todo lo biológico también es mental y de esta forma, existe una sólida conexión entre la mente y el cuerpo.
El concepto de responsabilidad en occidente es estructural y está conectado al libre albedrío. La responsabilidad es aquello que genera la angustia, algo que no podemos negar, hasta el punto que una de las principales corrientes del pensamiento occidental contemporáneo -el existencialismo- la toma como pieza estructural del ser humano. Oriente dista mucho de seguir este camino; en sus reflexiones rige la espontaneidad. Esto es así porque la mayoría de cosas las hacemos de forma espontánea y porque en definitiva, lo que persigue oriente incesantemente como objetivo final es hacerlo todo de forma espontánea (esto es, el nirvana). No tener que pensar nada. No pasar por un proceso mental.
Por último, la tradición occidental mantiene, en todas sus líneas de especulación, una estructura dual. Su dualismo es (o se da) de tres formas diferentes:
- En la percepción; un yo que percibe y un objeto percibido
- De la acción; un yo, una acción a realizar y un objeto de la acción (que la recibe)
- Esencial; un yo y un pensamiento
El pensamiento oriental no es dual o podríamos decir que es no-dual (lo cual no es lo mismo):
-La percepción se da en un acto único. El yo y el objeto son dos caras de la misma moneda.
-En la acción, el yo y el objeto se encuentran en el mismo proceso.
-De manera esencial, no existe el yo como lo creemos. (Nótese que en este sentido, el budismo que es quien de forma más rotunda planteó esto, anticipa muchos siglos antes al británico David Hume).
Por lo tanto, toda la crítica anterior ni siquiera se podría formular porque el pensamiento oriental no maneja los elementos de "yo"y "objeto".
4 comentarios:
Muy interesante tu blog!
Muchas gracias Abril, un poco tarde te contesto porque recién vuelvo a la "actividad" con el blog.
Muy bien!
Me ha encantado el artículo.
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